
Continuando el viaje hacia Oriente, llegaron al Jötunheim (la tierra de los gigantes) y al mar, y se embarcaron. Al tocar tierra, encontraron un enorme bosque por el que caminaron todo el día. Al anochecer se resguardaron en una cabaña enorme, cuya puerta era tan ancha como la misma cabaña. A medianoche hubo un gran estruendo, la tierra tembló bajo ellos y la casa se estremecía. Encontraron una celda y allí se resguardaron mientras esperaban la llegada del día escuchando gruñidos y estrépitos. Al amanecer, Thor salió martillo en mano y vio a un enorme hombre que dormía y roncaba fuertemente, explicándose así qué eran los ruidos de la noche. Thor se ciñó su cinturón, que aumenta su fuerza divina, pero en ese momento se despertó el gigante. Por una vez dudó Thor antes de golpear y le preguntó su nombre. Así descubrió que se llamaba Skrymir, y que la cabaña en la que se resguardaron era el guante del gigante y la celda el pulgar del guante.
Skrymir preguntó a Thor si querían acompañarle, a lo que el as respondió que sí. El gigante abrió su bolsa y comenzó a devorar su comida. Les preguntó que si querían juntar las provisiones, y aceptaron pues tenían pocas. Skrymir las guardó en su bolsa y echó a andar a grandes zancadas. Al anochecer les buscó refugio bajo un gran roble, y se echó a dormir invitándolos a comer lo que quisieran. Thor intentó desatar la bolsa, pero increíblemente no pudo mover ni un nudo. Enfadado, se fue hacia donde dormía el gigante y le asestó un martillazo. Skrymir se despertó y preguntó si es que le había caído una hoja en la cabeza, si habían comido y si se iban a acostar ya, cosa que hicieron, aunque no pudieron dormir sin miedo...
A media noche, Skrymir se puso a roncar de tal manera que el bosque retemblaba. Thor se levantó molesto y le golpeó de nuevo hasta clavarle medio martillo en el occipucio. Skrymir se volvió a despertar y achacó el golpe a alguna bellota que le hubiese caído... Thor, impresionado, le conminó a dormirse y se volvió a la cama. Cuando vio que el gigante dormía de nuevo le volvió a golpear en la sien, clavándole el martillo hasta el mango. Skrymir se despertó de nuevo y, frotándose la cabeza se quejó de los "pajarillos que habían hecho caer sobre él alguna ramita". Viendo a Thor creyó que ya era hora de levantarse. Cogió su bolsa y continuó viaje, no sin antes recomendarles que si iban a la ciudad de Utgard no se hicieran los bravucones, pues allí había hombres que lo empequeñecían. Y cuentan que los Ases no le dijeron que esperaran volverlo a ver...