
Suele llevar un látigo ensangrentado y enaltece el coraje de los soldados que la acompañan. Las fiestas que se dedicaban en su honor eran preparadas por hombres que recurrían las ciudades corriendo, armados con espadas o cuchillos con los que se autolesionaban. Cuando terminaban la gente corría detrás de ellos porque se creía que sus respuestas eran como oráculos. Durante el Imperio Romano, el templo de Belona, que se encontraba al lado del de Marte, era el lugar de reunión de los senadores con los emisarios extranjeros y allí se encontraba una columna en la que los feciales, sacerdotes militares, realizaban una ceremonia de declaración de guerra. La compañera inseparable de Enio era la diosa de la discordia Eris.