
Según la mitología nórdica, con un cuerno llamado Gjallarhorn, que le regaló Odín, anunciará el combate entre dioses y gigantes, después del cual sobrevendrá el fin del mundo, el Ragnarök. Heimdal intervendrá en la lucha, en la que será matado por el dios maligno Loki. Aunque será símbolo del Poder porque será el último dios en caer en el Ragnarok. Una tradición nórdica dice que descendió a la tierra y engendró en tres mujeres los tres linajes (castas): príncipes, súbditos y siervos.
Origen e historia de Heimdal
En el transcurso de un paseo a orillas del mar, Odín vio una vez a nueve bellas gigantes, las doncellas de las olas, Gialp, Greip, Egia, Augeia, Ulfrun, Aurgiafa, Sindur, Atla e Iarnsaxa, profundamente dormidas en las blancas arenas. El dios del cielo quedó tan enamorado de las hermosas criaturas que, como relatan los Eddas (relatos que describen los mitos nórdicos), se desposó con las nueve y se combinaron, en el mismo momento, para traer al mundo un hijo que recibió el nombre de Heimdal.
Las nueve madres procedieron a alimentar al bebé con la fuerza de la tierra, la humedad del amor y el calor del sol, una dieta que demostró ser tan fortalecedora que el nuevo dios creció completamente en un espacio de tiempo increíblemente corto y corrió a unirse a su padre en Asgard. Encontró a los dioses observando con orgullo el arco iris del puente Bifröst, el cual acababan de construir con fuego, aire y agua, los tres materiales que aún pueden verse en este extenso arco, donde brillan los tres colores principales significativos de estos elementos: el rojo representando al fuego, el azul al aire y el verde a las frescas profundidades del mar.
Heimdal, guardián del arco iris (Bifröst)
Heimdal, tocando el Gjallarhorn, el cuerno que anuncia la batalla final entre las fuerzas del bien y las del mal, el temido Ragnarok, "El crepúsculo de los dioses".
Este puente unía a Midgard (la tierra de los hombres) con Asgard (la tierra de los dioses) y terminaba bajo la sombra del poderoso árbol Yggdrasil, cerca del cual se encontraba el manantial que Mimir velaba, y el único inconveniente que evitaba el pleno disfrute del glorioso espectáculo era el temor a que los gigantes de escarcha llegaran a usarlo para lograr acceder a Asgard.
Al momento de la llegada de Heimdal, los dioses estaban deliberando sobre la conveniencia de asignar un guardián fidedigno y vitorearon al nuevo recluta como alguien apropiado para cumplir con las onerosas obligaciones de su cargo.
Heimdal accedió con alegría a asumir la responsabilidad y desde entonces veló día y noche el sendero de arco iris que se adentraba en Asgard. Para permitir que Heimdal detectara la aproximación de cualquier enemigo desde lejos, la asamblea de los dioses le concedió sentidos tan agudos que se dice que era capaz de oír crecer la hierba en las colinas y la lana en los lomos de las ovejas, de ver a cien millas de distancia tan claramente tanto de día como de noche, y a pesar de todo, necesitaba menos tiempo de sueño que un pájaro, así era el poderoso Heimdal.
A Heimdal se le proporcionó además una reluciente espada y una maravillosa trompeta, llamada Gjallarhorn, y los dioses le ordenaron que hiciera sonarla siempre que divisara que se aproximaban los enemigos, los gigantes de escarcha, pretendiendo que su sonido despertaría a todas las criaturas en el cielo, la tierra y Niflheim. Su último terrible sonido anunciaría la llegada del Ragnarok, día en que la batalla final sería disputada, y en el cual mataría a su enemigo de muerte Loki.
Para tener siempre a mano este instrumento, que era un símbolo de la luna creciente, Heimdal o bien lo colgaba de una rama del Yggdrasil sobre su cabeza o lo sumergía en las aguas del manantial de Mimir. En este último lugar yacía junto al ojo de Odín, que era un símbolo de la luna llena.
El palacio de Heimdal, llamado Himinbjorg, estaba en el punto más alto del puente, y allí le visitaban a menudo los dioses para beber del delicioso hidromiel con el que él los agasajaba.
Heimdal siempre era representado con una resplandeciente armadura blanca, por lo que era conocido como el dios brillante o de la luz. También era conocido como el dios delicado, inocente e indulgente, nombres que merecía, pues era tan bondadoso como hermoso y todos los dioses le amaban cariñosamente. Conectado por el lado de sus madres con el mar, a veces era relacionado con los Vanes y ya que a los antiguos nórdicos, especialmente los islandeses a quienes el mar los rodeaba, les parecía el elemento más importante, creyendo que todo había emergido de allí. Le atribuían un conocimiento muy extenso y se lo imaginaban especialmente sabio.
A Heimdal se le distinguía asimismo por sus dientes de oro, que destellaban cuando él sonreía, y se ganó el sobrenombre de Gullitani (el de los dientes de oro). También era el orgulloso propietario de un veloz corcel de crines de oro llamado Gulltoppr, que le transportaba de acá para allá pero especialmente temprano por la mañana, a cuya hora, como heraldo del día, tenía el nombre de Heimdellinger.
Heimdal descubre a Loki robando Brisingamen a Freya
Heimdal le entrega Brisingamen a Freya, después de arrebatárselo a Loki (comúnmente confundido con el gigante de fuego Logi debido a su prounciación). Gracias a su extremada agudeza de oído, Heimdal (el dios de la luz) escuchó, de noche, el suave sonido de lo que parecían ser pasos de gato en dirección al palacio de Freya, Folkvang. Dirigió su vista de águila en la oscuridad y percibió que el sonido era producido por Loki, el cual, habiendo entrado sigilosamente en el palacio como una mosca, se había aproximado al lecho de Freya y estaba intentando robarle su brillante collar de oro, Brisingamen, el emblema de la fertilidad y la armonía de la Tierra.
Heimdal, el guardián del arco iris Bifröst, vio que la diosa se encontraba dormida en una postura que hacía imposible abrir su collar sin ser despertada. Pero el astuto Loki permaneció dubitativo al lado de la cama solo durante unos momentos y entonces comenzó a murmurar las runas que les permitían a los dioses cambiar de forma según su deseo. Mientras Heimdal se encontraba pendiente de la situación, Loki se vio reducido hasta alcanzar el tamaño y la forma de una pulga, tras lo que se deslizó bajo las sábanas y picó el costado de Freya, haciendo de esta manera que ella cambiara de postura sin ser despertada de su sueño.
El cierre estaba ahora a la vista y Loki, abriéndolo cuidadosamente, obtuvo el codiciado tesoro y procedió a marcharse con él sin dilación. Heimdal se lanzó inmediatamente en persecución del ladrón nocturno y, alcanzándole rápidamente, desenvainó su espada de la funda con la intención de cortarle la cabeza, cuando el dios se transformó en una parpadeante llama azul. Rápido como el pensamiento, Heimdal se transformó en una nube y envió rápidamente lluvia para apagar el fuego. Pero el malvado Loki alteró su forma con la misma velocidad para transformarse en un oso polar, que abrió sus fauces para tragarse el agua. Heimdal, sin dejarse intimidar, adquirió entonces a su vez la forma de un oso y atacó ferozmente. Pero como el combate amenazaba con acabar desastrosamente para Loki, se transformó en una foca y tras imitarle Heimdal, el de la dentadura de oro, se libró la última lucha, que concluyó con la derrota de Loki, quien se vio forzado a entregar el collar, que fue debidamente devuelto a Freya por Heimdal.
En esta leyenda, Loki puede ser tomado como un símbolo de la sequía o de los funestos efectos del calor demasiado ardiente del Sol, que viene a robarle a la Tierra (Freya) su más preciado ornamento (Brisingamen). Heimdal es una personificación salvadora de la lluvia y el rocío gentil, que, tras luchar durante un rato contra su enemigo, la sequía, que Loki representa, termina por derrotarla y le obliga a renunciar a su premio.